Este año se batirá un récord histórico de nueva capacidad de generación renovable

Tendencias ESG 2021: transición energética

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El abandono de los hidrocarburos y la adopción de formas de energía sostenibles continuó en 2021, con una nueva capacidad de generación renovable que alcanzará un máximo histórico y el compromiso de la comunidad internacional de reducir las emisiones de carbono en la última Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26). Para las economías emergentes, esta transición anuncia una serie de retos específicos, así como beneficios potenciales.

Este ha sido un año crucial para la transición energética mundial.

A mediados de mayo, la Agencia Internacional de la Energía (AIE), una organización intergubernamental con sede en París, publicó el informe "Net Zero by 2050", la primera hoja de ruta energética exhaustiva que detalla cómo el sector energético puede alcanzar las emisiones netas de carbono para 2050.

Este informe es indicativo de la creciente influencia de las normas medioambientales, sociales y de gobernanza (ASG) en la industria energética, así como del creciente interés de los inversores por unas directrices ASG más estrictas y una transición más rápida a las fuentes de energía renovables.

El informe pide que se prohíba inmediatamente la inversión en nuevos proyectos de combustibles fósiles en todo el mundo y que se impida la venta de nuevos turismos con motor de combustión interna a partir de 2035.

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Para satisfacer la demanda, el informe prevé un despliegue masivo de energías renovables que, según la hoja de ruta, representarán casi el 90% de la generación de electricidad en 2050.

En otro informe publicado el 1 de diciembre, la AIE señalaba que la nueva capacidad de generación renovable iba a alcanzar un máximo histórico de 290 GW este año. Como muestra de la magnitud de la transición energética, la agencia señaló que espera que las energías renovables representen el 95% de toda la nueva capacidad energética mundial hasta 2026, y que la energía solar por sí sola aporte más de la mitad.

Otros hitos a lo largo del año fueron el regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París y el primer objetivo de neutralidad de carbono de China, fijado para 2060.

Sin embargo, aunque el uso de las energías renovables sigue creciendo, hay que hacer mucho más para alcanzar la neutralidad en 2050. Los mercados emergentes tienen un papel clave en este sentido.

Transición energética y mercados emergentes

El informe de la AIE afirma que los mercados emergentes representarán la mayor parte de la demanda de electricidad en las próximas décadas, a medida que las economías se industrialicen y crezcan.

En este sentido, el impulso hacia la neutralidad del carbono y la mejora de la sostenibilidad medioambiental ejerce una serie de presiones únicas sobre los mercados emergentes. La pregunta esencial es: ¿cómo pueden estas economías aprovechar su potencial económico y, al mismo tiempo, esforzarse por alcanzar la neutralidad de carbono?

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Quizás sea igualmente desafiante el hecho de que muchos de los grandes productores de petróleo y gas del mundo son mercados emergentes de Oriente Medio y África. Sin embargo, aunque la transición energética exigirá sin duda una importante reestructuración económica de los países que obtienen gran parte de su PIB del petróleo y el gas, también se pueden obtener considerables beneficios económicos.

La AIE ha calculado que, si bien se perderán unos 5 millones de puestos de trabajo en todo el mundo con el abandono de los combustibles fósiles, se crearán 14 millones como resultado del desarrollo y la inversión en energías renovables.

Por ejemplo, un informe publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente estimó que América Latina y el Caribe en su conjunto podrían ahorrar hasta 621.000 millones de dólares anuales y generar 7,7 millones de nuevos puestos de trabajo si los sectores de la energía y el transporte lograran la neutralidad de las emisiones para 2050.

Entre los países exportadores de hidrocarburos, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí están liderando la carga de las energías renovables, y el primero pretende aumentar la contribución de las energías renovables a su combinación energética desde el nivel actual del 13% hasta el 31% en 2025.

A lo largo de 2021, los EAU han seguido avanzando en la planta solar de Al Dhafra, que, una vez terminada el año que viene, será la mayor planta solar del mundo, capaz de suministrar electricidad suficiente para 160.000 hogares y de mitigar 2,4 millones de toneladas de emisiones de carbono al año.

​  PHOTO/ARCHIVO - Instalación de paneles solares en Kerbala, Irak  ​

En Arabia Saudí, el pasado mes de abril se puso en marcha la central solar de Sakaka, de 300 MW de potencia, el primer proyecto de energías renovables del país. En agosto se anunció que la empresa energética saudí ACWA Power había finalizado la financiación de la planta solar Sudair, de 1,5 GW, que será una de las mayores del mundo una vez finalizada.

Algunas regiones verán otros beneficios. Por ejemplo, se espera que el África subsahariana se beneficie del creciente mercado de minerales que son fundamentales para el cambio hacia las energías renovables.

Entre ellos está el cobalto, un componente clave de las baterías de iones de litio que alimentan los vehículos eléctricos y almacenan la energía solar, eólica y de otras fuentes renovables.

La demanda de cobalto crecerá un 60% de aquí a 2025, según un reciente estudio de McKinsey. Dado que se estima que entre el 60 y el 70% de los suministros de cobalto del mundo se encuentran en la República Democrática del Congo, el país se beneficiará de este desarrollo, aunque Zambia, Sudáfrica y Marruecos también tienen importantes reservas de cobalto.

Otras energías renovables

Aunque la energía solar y la eólica son los segmentos dominantes en la transición a las energías renovables, varios mercados emergentes están buscando otras fuentes renovables para satisfacer las futuras necesidades energéticas.

Una de ellas es la energía geotérmica, por la que tubos perforados en la superficie de la tierra suministran vapor para alimentar turbinas eléctricas.

Estados Unidos es el primer productor mundial de energía geotérmica, pero otros mercados emergentes desempeñan un papel clave en la escena internacional, y sólo Indonesia y Filipinas representan alrededor del 25% de la producción mundial de energía geotérmica.

REUTERS/FAISAL AL NASSER - Planta solar saudí en Uyayna, al norte de Riad, el 10 de abril de 2018.

Con una capacidad instalada de unos 2.100 MW, Indonesia es el segundo productor mundial y va camino de superar a Estados Unidos a finales de la década: la hoja de ruta de desarrollo geotérmico del país prevé una rápida expansión de la capacidad geotérmica hasta los 8.000 MW en 2030.

Algunas economías emergentes también se fijan en el hidrógeno -y en particular en el hidrógeno verde, la forma más respetuosa con el medio ambiente del combustible- como alternativa de bajas emisiones de carbono a la energía eólica o solar.

Los países del Golfo están especialmente bien situados para beneficiarse del aumento del uso del hidrógeno.

Algunos han dado pasos importantes para desarrollar sus capacidades, y los EAU están entre los líderes de la región en este sentido.

En mayo, Khalifa Industrial Zone Abu Dhabi, una unidad de la empresa pública Abu Dhabi Ports, anunció planes para desarrollar una instalación de producción de hidrógeno y amoníaco en la zona.

La empresa de proyectos especiales Helios Industry invertirá 1.000 millones de dólares en la construcción de la planta, que funcionará con energía solar. Una vez completada en 2026, la planta tendrá capacidad para producir 40.000 toneladas anuales de hidrógeno verde, que se convertirán en 200.000 toneladas de su combustible portador, el amoníaco verde, para el transporte.

Por otra parte, en mayo Consolidated Contractors Company, empresa internacional de construcción centrada en Oriente Medio, anunció que había llegado a un acuerdo con la irlandesa Fusion Fuel Green para desarrollar plantas de hidrógeno verde en todo el Golfo, concretamente en Omán, Kuwait y Qatar.

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Obstáculos diplomáticos

La COP26 fue uno de los acontecimientos más destacados del año en lo que respecta a la transición energética.

Aunque fue criticada en algunos sectores, otros han destacado una serie de resultados positivos.

Por ejemplo, ha surgido un consenso cada vez mayor en torno a los mercados mundiales de carbono y el comercio de derechos de emisión, considerados como herramientas clave en la transición hacia la descarbonización.

Sus defensores afirman que el comercio de carbono acabará por aumentar la inversión en soluciones respetuosas con el medio ambiente, al tiempo que se incentivan las fuentes de energía con bajas emisiones de carbono, como la eólica y la solar.

Otro resultado positivo de la COP26 fue el aumento del apoyo al Compromiso Mundial sobre el Metano.

Lanzado en septiembre y liderado conjuntamente por Estados Unidos y la UE, el compromiso representa el primer esfuerzo internacional coordinado para abordar las emisiones de metano. Su objetivo es precipitar un descenso del 30% de las emisiones mundiales antes del final de la década.

Aunque más de 100 países son signatarios, China, India y Rusia -que juntos representan alrededor de un tercio de las emisiones de metano- se abstuvieron de firmar el compromiso.

REUTERS/YVES HERMAN  -   Los delegados posan para una foto durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) en Glasgow, Escocia, Gran Bretaña, el 13 de noviembre de 2021

De hecho, la ausencia del Presidente de China, Xi Jinping, y del Presidente de Rusia, Vladimir Putin, en la reunión de la COP26 fue considerada por muchos como un indicio de lo difícil que podría ser lograr un consenso mundial.

Otro indicio de las dificultades para alcanzar un consenso multilateral sobre las emisiones se produjo a mediados de octubre, en forma de una declaración publicada por el grupo de Países en Desarrollo Afines -que incluye a China, India, Egipto, Indonesia, Arabia Saudí y Vietnam-. Esta declaración describía el objetivo de cero emisiones netas para 2050, que ha sido adoptado por muchas naciones desarrolladas, como "antiequidad y contra la justicia climática".

El grupo acusó a las naciones más ricas de negarse a abordar su responsabilidad histórica en el cambio climático, y de intentar trasladar la responsabilidad a las naciones en desarrollo.

La postura destacó además la necesidad de que las economías desarrolladas colaboren estrechamente con los mercados emergentes para reducir las emisiones y alcanzar el objetivo de cero emisiones netas.

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