A los 15 años fue arrestado por formar parte y prestar apoyo a las actividades de la hermandad radical de los Hermanos Musulmanes

Tras los pasos de Al-Zawahiri: la radicalización de un hermano musulmán

photo_camera Hamid Mir/Editor/Ausaf Newspaper for Daily Dawn via REUTERS - Osama bin Laden sentado con su asesor Ayman al-Zawahiri, un egipcio vinculado a la red Al-Qaeda

Estados Unidos ha eliminado a Ayman al-Zawahiri.

El mundo respira. Al-Zawahiri, uno de los terroristas más buscados en los últimos años y motor de la organización terrorista Al-Qaeda, arde en las llamas del infierno. 

El pasado fin de semana las Fuerzas Armadas especiales estadounidenses repitieron, con éxito, la operación que en su día acabó con la vida del líder de la organización terrorista Al-Qaeda, Osama bin Laden (1957- 2011). 

Ayman al-Zawahiri, sucesor del cerebro planificador del atentado del 11S contra Estados Unidos, que dejó a casi 3.000 víctimas, fue asesinado a sus 71 años en la residencia de seguridad en donde se encontraba desde que los talibanes accedieron al poder en Afganistán. 

Desde la capital del país, Kabul, el terrorista, de frondosa barba blanca tal y como corresponde al paso del tiempo y a la carga de miles de vidas arrebatadas, continuaba dirigiendo a la organización que parecía recomponerse de los duros varapalos que la han mantenido en un segundo plano durante estos años frente al Estado Islámico - Daesh por sus siglas en árabe- emitiendo vídeos propagandísticos enfocados a la causa de Palestina, la ‘yihad global’ e inspirando a otros grupos terroristas. 

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El perfil del terrorista más buscado: ¿quién era Al-Zawahiri?

Nacido en Egipto el 19 de junio de 1951, Al-Zawahiri se doctoró en medicina (1974), continuando de esta manera la historia de su saga familiar. De hecho, su padre fue profesor de farmacología en la Universidad de El Cairo (Egipto), su abuelo, gran imán de Al-Azhar, el centro de enseñanza islámica suní en Oriente Medio, y uno de sus tíos fue primer secretario general de la Liga Árabe.

En un Egipto secular, Al-Zawahiri fue arrestado a los 15 años por pertenecer a la Hermandad Musulmana, una organización internacionalmente conocida como los Hermanos Musulmanes, de carácter islamista radical. 

Eran los años 60 y la propaganda del creador de los Hermanos Musulmanes, Sayyid Qutub, caló en lo más profundo de la personalidad que iba forjando el joven Al-Zawahiri, así como en la sociedad. 

La estructura piramidal de los Hermanos Musulmanes presenta algunas peculiaridades, entre ellas cabe destacar que llega a los estratos y necesidades sociales a los que el Estado no tiene capacidad o intención de penetrar como Cultura, Educación y apoyo económico a las clases más desfavorecidas. 

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Durante esos años Qutub publicaría el manifiesto que vehementemente defendería Al-Zawahiri hasta el final de sus días ‘Hitos’ en el que se expuso qué, “Occidente ha perdido su vitalidad y el marxismo ha fracasado. En esta crucial y desconcertante coyuntura, ha llegado la hora del islam y la comunidad musulmana”. 

Desde este punto de vista, Al-Zawahiri evolucionó desde su adolescencia hasta su edad adulta como islamista radical. De hecho, un año antes de graduarse, en 1973, se convirtió en el fundador de la Yihad Islámica Egipcia (EIJ). Se trataba de una organización opositora al Gobierno secular egipcio, que buscó su derrocamiento por medios violentos. El fanatismo de Al-Zawahiri se cobró la vida de más de 1.200 egipcios durante los años 90. 

Sin embargo, a pesar de que sus actividades políticas tuvieron continuidad en el tiempo, Al-Zawahiri se especializó en cirugía ocular en el año 1978. Una época en la que mantuvo un perfil bajo respecto a sus reivindicaciones. De hecho, llegó a abrir una clínica en la abarrotada capital de El Cairo. 

AFP/AFP - Perfil del líder de Al-Qaeda, Ayman al-Zawahiri, uno de los terroristas más buscados del mundo, muerto en un ataque de un avión no tripulado estadounidense en Kabul el 31 de julio, según las autoridades estadounidenses

Una efímera etapa antes de que su vida experimentara un giro de 180º, abandonando su carrera y a su familia para convertirse en un nómada del terror.

Según el escritor norteamericano Thomas Wright, en su libro ‘Los años del terror’, Al-Zawahiri era un hombre inteligente, tímido, pero con un fuerte carácter y con la firme convicción de que los árabes sólo podían ser gobernados por sus coetáneos siguiendo las interpretaciones más radicales del islam.

En el año 1981, Al-Zawahiri fue de nuevo arrestado, acusado de participar en el asesinato del presidente Anwar Sadat durante un desfile militar. Durante el juicio se dirigió a la opinión pública egipcia haciendo saber que “somos musulmanes que creemos en nuestra religión. Nuestra intención es fundar un Estado islámico y una sociedad islámica”. Aunque finalmente salió exculpado de la participación del asesinado de Sadat, sí cumplió 3 años de condena por posesión ilegal de armas. El periodo que pasó en prisión terminó por forjar la personalidad y la mente de un verdadero terrorista. Su radicalización se completó tras los barrotes de una diminuta celda y durante las recurrentes torturas que supuestamente recibió en la cárcel. Tras su liberación Al-Zawahiri era otra persona. 

En 1985 se trasladó a Arabia Saudí, donde establecería los primeros contactos con el movimiento y la ideología de Osama bin Laden. Posteriormente viajó a Pakistán y a Afganistán donde consolidó el EIJ. Durante ese periodo de ocupación soviética trabajó también como médico en el país. 

En 1998, el EIJ, liderado por Al-Zawahiri, se fusionó con Al-Qaeda. Con la destreza y los conocimientos que poseía, acompañados de la firme convicción de que la creación de un Estado islámico era posible, se convirtió rápidamente en la mano derecha del terrorista saudí Osama bin Laden. El hombre más buscado en el mundo. 

Además de ser considerado parte planificadora de los atentados del 11S, a Al-Zawahiri también se le atribuyen otros atentados terroristas de gran magnitud como un ataque en 1998 contra las Embajadas de los Estados Unidos en Dar es Salaam, Tanzania, y Nairobi, Kenia. Del ataque contra el USS Cole en Yemen u otros en terreno europeo como el atentado del 11-M en Madrid, (España), que dejó 193 víctimas mortales y el de Londres, un año después, que dejó 52 fallecidos. 

Tras la muerte de Bin Laden, el que fuera su número dos, Al-Zawahiri, se convirtió en el líder de la organización terrorista. Entonces, el FBI llegó a ofrecer hasta 25 millones de dólares (24,54 millones de euros) como recompensa por información que condujese directamente a la detención o condena de Ayman al-Zawahiri. No obstante, han transcurrido 11 años hasta dar con su verdadero paradero. 

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La operación que dirigió Biden 

El líder de Al-Qaeda fue abatido en un ataque con drones dirigido por la Casa Blanca (Estados Unidos), según confirmó el presidente estadounidense, Joe Biden, horas después de la finalización de la operación: “Se ha hecho justicia”. Un tanto para Biden que dejaba claro ante la opinión pública que Afganistán no se convertirá en un refugio seguro para terroristas. 

Según el presidente norteamericano, la comunidad de inteligencia estadounidense localizó a Al-Zawahiri a principios de este año, en una zona residencial de Kabul habitada tradicionalmente por occidentales que huyeron del país tras la llegada de los talibanes. Allí cohabitaba con miembros de su propia familia entre los que se encontraban su mujer, hijos y nietos, tras años de vida incierta y nómada, a pesar de que según el acuerdo sellado en el año 2020 entre Estados Unidos y el régimen talibán, la organización se comprometió a no permitir a Al-Qaeda operar en las zonas bajo su control. De nuevo, otro compromiso incumplido por los verdugos que hoy dirigen a un país silenciado y aterrado. 

Durante meses de estudios e identificación de cada uno de los miembros de su familia, los servicios de inteligencia comenzaron a detectar patrones de comportamiento repetitivos del terrorista, que fue asesinado mientras se encontraba en el balcón de su lujosa casa, donde habitualmente se dejaba ver. 

En la operación no se produjeron bajas civiles. La precisión del ataque, que tuvo lugar en la madrugada del sábado-domingo del 30 de julio, a las 6:18 hora local, fue impecable. Se dispararon dos misiles Hellfire contra el balcón de la casa de seguridad. Al-Zawahiri murió en el acto mientras que las zonas aledañas a la casa se encontraron intactas. No quedaron apenas restos de un ataque más allá de los destrozos que sufrió el balcón.  

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Los misiles Hellfire, aire-tierra, suelen estar guiados por un láser de ataque de alta precisión, según el Centro de Apoyo a las Adquisiciones del Ejército de Estados Unidos (USAASC, por sus siglas en inglés). En concreto, el modelo que acabó con la vida de Al-Zawahiri podría ser Hellfire RFX, que tiene la capacidad de desplegar una serie de cuchillas desde su fuselaje y acabar con la vida del enemigo en el mismo momento de su impacto. 

Tal y como detalla con precisión The Wall Street Journal este tipo de misiles cuentan con “un halo de seis hojas largas que se guardan en el interior" para desplegarse a través de la piel del misil segundos antes del impacto, con el objetivo de asegurarse de que se tritura "cualquier cosa en sus pistas".

Posteriormente, los talibanes, en aras de defender lo que ha supuesto uno de los mayores golpes para la organización y ha expuesto una gran falla de seguridad dentro de la misma, continúan vigilando el paso por la zona bombardeada e incluso previenen que la prensa se acerque al lugar, según asegura Secunder Kermani, corresponsal de la BBC.

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El éxito del operativo que se preparó durante meses y en el que participó activamente Joe Biden, se ha producido en un momento de inflexión para su Gobierno. 

El presidente, enfermo de COVID-19 participó en las reuniones de seguridad y planificación del ataque, a las que dio luz verde el pasado 25 de julio. Tras el éxito de la operación tuvo su momento de gloria ante los medios de comunicación, que han sido extremadamente críticos con él. 

De hecho, tras meses de cuestionamientos sobre su capacidad como gobernante, Biden, por fin, se encuentra en ‘racha’. Tras presentar el ambicioso plan ambiental del país y el desafío estratégico a China, Biden necesitaba un golpe de efecto de repercusión internacional, y qué mejor publicidad que acabar con la vida del terrorista más buscado hasta el momento. Por cierto, una hazaña que en su día también consiguió llevar a cabo en un momento de crisis el presidente demócrata Barack Obama, quien se ‘anotó el tanto’ de la ejecución de Osama bin Laden en Abbottabad (Pakistán). 

Sucesión de Al-Zawahiri 

En estos momentos Al-Qaeda busca desesperadamente un nuevo guía. Entre los nombres más destacados se encuentran el del egipcio Saif al-Adel que, según los expertos, cuenta con el apoyo suficiente para ser uno de los candidatos predilectos pesar de que sus conexiones empresariales con Irán pueden suponer un hándicap para la organización y Abderrahmane al-Maghrebi, yerno de Al-Zawahiri. 

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De origen marroquí, este miembro de Al-Qaeda conocido popularmente como Mohamed Abattay, estuvo al cargo del brazo mediático y propagandístico de Al-Qaeda y actualmente es el jefe de la rama de la organización terrorista en Irán, según el diario marroquí, Al Ahdath Al Maghribia. También fue responsable de Al-Qaeda en Afganistán y Pakistán, en el año 2012. El que es conocido como el “zorro de Al-Qaeda”, logró dar esquinazo a los servicios de inteligencia estadounidense e incluso se le consideró muerto durante años. No obstante, sea cual sea la decisión, en los próximos días la organización hará saber quién es finalmente el sucesor de uno de los terroristas más cruentos de las últimas décadas, Ayman al-Zawahiri.

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