Las buenas relaciones con ambos países favorecen su posición mediadora al tiempo que realizan intercambios comerciales militares con rusos y ucranianos

Turquía podría ser el gran beneficiado de la tensión entre Rusia y Ucrania

photo_camera PHOTO/AP - El presidente ruso Vladimir Putin (dcha.) y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan (izq.) se dan la mano después de una conferencia de prensa en Sochi, Rusia, donde acordaron los diez puntos del memorándum ruso-turco sobre el noreste de Siria

La comunidad internacional permanece muy atenta acerca de todo lo que ocurre entre Rusia y Ucrania. El riesgo de que estalle un conflicto bélico parece cada vez mayor y algunos analistas advierten de que Vladimir Putin podría tener en mente una posible invasión para finales del primer mes de 2022. Moscú habría concentrado 100.000 soldados a lo largo de toda la frontera con Ucrania, según los informes de las agencias de inteligencia occidentales, en vistas al posible estallido de la violencia. Mientras tanto, el clima de tensión que rodea la frontera no hace que aumentar y los países vecinos miran de reojo la región buscando la forma de sacar rédito de esta situación.

Si hay alguien que no puede dejar pasar esta oportunidad es Recep Tayyip Erdogan. El presidente de Turquía vive sus días más complicados al frente del país otomano, y sus buenas relaciones con Kiev y Moscú podrían hacerle jugar un papel importante en todo este conflicto. Desde una postura mediadora entre ambas partes hasta la compraventa de armas a los dos Gobiernos. La depreciación de la moneda turca ha hundido la economía del país que ve en este enfrentamiento una oportunidad de recuperar parte de lo que la pandemia de la COVID-19 le ha quitado en términos financieros.

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Turquía lleva tiempo trabajando en un plan de fabricación de sus propios aviones de combate, una iniciativa impulsada en parte por el bloqueo impuesto por parte de Estados Unidos a la venta de los F-35 por los tratos de Ankara con Moscú sobre los sistemas antiaéreos de defensa S-400. Rusia quiere formar parte de ese desarrollo de nuevos vehículos de combate en los que está trabajando el Gobierno de Erdogan, que a su vez podría, una vez producidos estos aviones, venderlos a Ucrania para su uso en el conflicto con los rusos. Se trata de una estrategia compleja y de mucho riesgo, nada a lo que no esté acostumbrado el máximo mandatario turco.

Y es que Recep Tayyip Erdogan, al igual que en muchos otros asuntos, está jugando un doble papel en esta disputa. Por un lado, asegura que la anexión de Crimea por parte de Moscú fue un acto “ilegal e ilegítimo”, pero, al mismo tiempo, los barcos procedentes de Turquía cargados con materiales de construcción siguen surcando las aguas de la península. Ankara muestra una cara en lo público y lleva a cabo acciones totalmente contrarias en lo privado, ninguna novedad. Al tiempo que habla de la soberanía de Kiev sobre Crimea, sigue comprando carbón de minas ucranianas exportado a Rusia que a su vez lo envía a Turquía.

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El régimen turco ofreció a finales del mes pasado un “servicio de mediación” hasta en tres ocasiones. Esta oferta es vista por algunos expertos, como el analista político serbio Nikola Mikovic, como un signo de ambición por parte de Erdogan. Su intención sería la de posicionarse como un líder regional, un “salvador” del conflicto. Turquía guarda fuertes intereses en el Mar Negro, uno de los principales motivos por los que no quiere perder la amistad que les une a Ucrania y que, a su vez, les sirve de ayuda para contrarrestar la expansión de la influencia rusa en la región.

El Gobierno turco busca en la política exterior una mejora de su imagen debido a la pérdida de popularidad que muestran las encuestas como consecuencia de la situación económica que atraviesa el país. El Kremlin rechazó la posición mediadora de Turquía alegando que “no es parte en el conflicto de Donbás”, pero Ucrania mantiene la condición de no llegar a ningún tipo de acuerdo secreto, aunque la trayectoria de Turquía y Rusia de negociación a espaldas de otras partes no deja mucho espacio al optimismo, como ejemplifican los conflictos de Siria y Libia.
 

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