Bajo la campaña de diplomacia pública del Gobierno de Erdogan, se esconde una realidad menos halagüeña

Turquía se escuda en el coronavirus para el contrabando de armas en Libia

PHOTO/MICHAEL KAPPELER - El presidente turco Recep Tayyip Erdogan

La huella de Erdogan se va extendiendo por África. Poco a poco, el mandatario turco está diseminando la influencia de su Gobierno en diferentes puntos del continente, en medio de una política exterior expansionista que ha llevado a su país a involucrarse en varias guerras. La actual crisis del coronavirus, que afecta a los diferentes territorios africanos en mayor o menor medida, le ha proporcionado una oportunidad para desenrollar sus tentáculos sin que, en apariencia, se note demasiado.

Así, Turquía, a través de su agencia oficial de cooperación, conocida como TIKA por sus siglas en la lengua nacional, ha estado enviando ayuda humanitaria a diversos países del continente en lo que está siendo una campaña de diplomacia pública a gran escala. El envío de material sanitario desde Ankara y Estambul ha constituido una constante desde el comienzo de la pandemia. Las agencias de noticias oficialistas turcas se han encargado de promocionar la dimensión humanitaria de la acción gubernamental turca en lugares como, por ejemplo, Somalia y Yibuti.

Soldados turcos cargan un avión de carga militar turco con equipo de protección personal donado por Turquía

Se trata de una cuidada campaña que, de cara a los intereses turcos, tiene dos finalidades, ambas relacionadas con su imagen. La primera radica en darle un lavado de cara a la maltrecha reputación internacional de Erdogan y, por extensión, de todo su Ejecutivo. Desde el golpe de estado de verano de 2016, el dirigente del país ha estado llevando a cabo una campaña de represión interna que ha llevado a numerosos abogados, periodistas y usuarios de redes sociales a la cárcel. Además, su implicación en las guerras de Siria y de Libia es cada vez más cuestionada.

La segunda, relacionada con la primera, reside en encubrir la red de contrabando de material bélico que ha establecido Ankara en diferentes países de África y, muy especialmente, en Libia. En el país mediterráneo, Turquía es el principal apoyo logístico del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) de Fayez Sarraj. Para garantizar su supervivencia, Erdogan ha estado transfiriendo miles de combatientes yihadistas desde la guerra de Siria.

El contexto actual de crisis le ha dado a Turquía la posibilidad de camuflar en sus envíos de ayuda humanitaria remesas de armas y munición destinadas a equipar a los milicianos del GNA en la línea de frente. Uno de los puntos calientes del país es, ahora mismo, la línea costera que se extiende desde la frontera de Túnez hasta Trípoli, la capital. 

Un combatiente del Gobierno del Acuerdo Nacional de Fayez Sarraj, respaldado por las Naciones Unidas, dispara su ametralladora pesada montada en un camión contra las fuerzas del Ejército Nacional Libio (LNA)

Precisamente, el país vecino de Libia lleva unos días en el centro de atención. El pasado viernes, aterrizó en el aeropuerto de Djerba-Zarzis un avión procedente de Turquía con lo que, se suponía, habían de ser suministros médicos destinados al refuerzo del precario sistema sanitario libio. En efecto, el lote fue pronto transferido a Libia a través del paso fronterizo de Ras Jedir.

Más allá del papel jugado por Turquía, cuyas estrechas relaciones con diversos grupos terroristas salieron a la luz hace tiempo, las sospechas empiezan a recaer, cada vez con más fuerza, sobre el Ejecutivo tunecino, que permitió sin inmutarse toda la operación.

Muchos partidos de la oposición progresista han criticado el movimiento, por dos motivos, según relata el diario The Arab Weekly. Primero, porque consideran una clara injerencia la presencia de aeronaves turcas en su territorio.

El presidente de Túnez, Kaïs Saied

Segundo, aducían que la implicación del Gobierno turco con uno de los dos bandos en combate cubre de sospechas toda la transacción. ¿Realmente acabarán los suministros en hospitales para atención de la población o se dedicarán a cubrir las necesidades de los combatientes? ¿Transportan los aviones turcos mercancía de algún otro tipo?

No puede descartarse. No es la primera vez que un cargamento turco -naval o aéreo- que llega a Túnez lleva escondidas armas o municiones destinadas a Libia. La postura del presidente Kais Saïed en relación con el conflicto del país dista mucho de estar clara. El último ejemplo es, precisamente, que haya permitido a aviones libios usar su territorio como base para el reparto de ayuda a sus aliados, pero no es el único.

De hecho, a mediados de la semana pasada, el Ejército Nacional Libio (LNA, por sus siglas en inglés) del mariscal Jalifa Haftar frustró una operación del GNA según la cual sus combatientes, en connivencia con Turquía y el partido islamista tunecino Ennahdha, pretendían establecer la base militar de Aqiya bin Nafi, situada cerca de la frontera, como punto de control pasa asegurar el contrabando por tierra de material de guerra desde Túnez. Esta información fue proporcionada por el general de brigada del LNA Sharaf al-Din Saeed al-Alwani al diario emiratí Al-Ain.

Fuerzas leales al Gobierno Acuerdo Nacional (GNA) en la puerta de entrada que conduce al antiguo aeropuerto de Trípoli

El impacto de este sistema ideado para burlar el embargo internacional que pesa sobre Libia no se reduce solamente al país norteafricano. El territorio libio, cuya frontera sur es porosa en extremo, representa, igualmente, la puerta de entrada de suministros de guerra a toda la franja del Sahel. 

De esta manera, los mismos militantes yihadistas que operan a las órdenes de Ankara junto al GNA son los que, además, desvían una parte de esas armas hacia el sur con el objetivo de que diversas organizaciones terroristas, tales como Boko Haram o las ramas de Al-Qaeda y Daesh en la región.

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