La medida adoptada por el Banco Central turco reaviva los temores de que la economía del país caiga aún más si las empresas afectadas deciden reducir sus inversiones

Turquía limita los créditos en liras a compañías con grandes capitales en divisas

photo_camera REUTERS/MURAD SEZER - Lira turca

Ankara continúa trabajando para frenar la depreciación de la lira turca. En su línea de no endurecer la política monetaria y de no elevar unos tipos de interés que podrían poner límites a la galopante inflación, el Banco Central de la República de Turquía (TCMB, por sus siglas en turco) ha optado por focalizar sus esfuerzos en las restricciones a los préstamos comerciales. 

El pasado viernes, la Agencia de Supervisión y Regulación Bancaria (BRSA por sus siglas en inglés, o BDDK, en turco) anunció nuevas limitaciones a los créditos comerciales en liras turcas en efectivo a empresas con grandes activos en moneda extranjera, como dólares o euros. Una medida que, según la propia institución, tiene como propósito “asegurar el uso efectivo de los sistemas crediticios, evitar que las empresas compren divisas extranjeras únicamente para preservar su posición de cambio, y reducir y estabilizar las fluctuaciones en las tasas de cambio”. 

Las compañías que se verían afectadas por esta decisión serían aquellas con unos activos en divisa extranjera superiores a los 15 millones de liras turcas (el equivalente a unos 900.000 dólares estadounidenses a día de hoy), así como las que superen el 10% de sus activos totales –o de sus ingresos netos anuales por ventas– en monedas extranjeras (al realizar la equivalencia). Sin embargo, las solicitudes de préstamos a través de sistemas de débito directo, o cualquier otro método que no sea en efectivo, se consideran fuera del alcance de estas restricciones, siempre y cuando estos no se conviertan en préstamos en efectivo. 

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Múltiples economistas y analistas del escenario económico turco han afirmado que este movimiento, uno de los más importantes realizados hasta la fecha, no es más que otro paso en el “endurecimiento de los controles del capital”. Así lo calificaba el economista Güldem Atabay para el portal Analiz, apuntando que serán varias las empresas “obligadas a vender divisas”.  

De hecho, según recoge el medio Al-Arab las declaraciones del especialista Erkan Erguzel, economista de Barclays, los prestamistas extranjeros “pueden ser reacios a refinanciar por completo sus deudas y a vender su liquidez en divisa extranjera, (…), y pueden considerar retrasar las inversiones hasta que mejore la liquidez de las liras”, reduciendo la liquidez extranjera del país y perjudicando a la economía en general. 

“Esta nueva ley puede crear nuevos desafíos para la actividad económica turca a medio plazo, incluyendo la caída del interés inversor de las empresas en el país”, afirmaban, por su parte, los expertos Fatih Kiliç y Christian Witowska del Deutsche Bank para Bloomberg. 

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Y es que, pese al positivo impacto inicial que hizo crecer en un 5,2% a la moneda otomana, la evolución de su devaluación a lo largo de los últimos días ha dado la razón a los economistas y expertos: la lira turca ha vuelto a perder la mitad de lo que había crecido y las acciones en Estambul han caído de nuevo

58 entidades, de las más de 400 que cotizan en la Bolsa de Valores de la capital turca, cuentan con una cantidad de depósitos en divisas que les impedirían acceder a los préstamos en liras, decía Pınar Uğuroğlu, vicepresidenta de investigación del grupo TEB Yatırım Menkul Değerler. Un grupo en el que se encuentra Turkcell, Ford Osan o Inca Insaat. 

La odisea de la lira turca

Esta medida se encuadra en el marco de los esfuerzos de Ankara por frenar el descenso de sus reservas de efectivo, respaldar el valor de la lira y mantener a raya una inflación descontrolada. De hecho, las cifras inflacionistas superan el 73% –su nivel más alto desde el año 1998– mientras la caída del valor de la lira desde comienzos de año ronda el 20% con respecto al dólar estadounidense.

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El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, aseguró la semana pasada, en una rueda de prensa después de una reunión de gabinete, que esta hiperinflación caería hasta “niveles aceptables” de cara a marzo de 2023, y aprovechó para solicitar un presupuesto suplementario de unos 900.000 millones de liras para el Gobierno turco (unos 53.000 millones de dólares) a causa de “las fluctuaciones de precios resultantes de inflación”, decía el mandatario. Algo que ha despertado un fuerte rechazo por parte de la oposición. 

Caída en picado de la confianza turca en la economía nacional 

Y en este escenario, la desconfianza de la sociedad y las empresas turcas en la economía del país no deja de caer. Mientras los expertos advierten de que medidas como la restricción de los préstamos comerciales (que pretenden atajar las necesidades de subir los tipos de interés) pueden tener altos costes a largo plazo, los indicadores económicos reflejan las inseguridades de la población del país

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Los índices oficiales publicados por el Instituto de Estadística de Turquía evidenciaron estas caídas. Todos registraron importantes bajadas con respecto al mes anterior, a excepción del relativo al sector de la construcción. Así, el índice de confianza en la economía de Turquía cayó un 3,3% hasta el 93,6%; el índice de comercio minorista, un 2,3% hasta el 118,7%; y el índice de confianza del consumidor –que ha registrado una mayor caída–, disminuyó un 6,2% hasta el 63,4%

A la hora de abordar estos datos, las cifras inferiores a los 100 puntos porcentuales reflejan una percepción negativa de la confianza en la situación económica, y las cifras superiores, una evaluación positiva de las mismas.  

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