A raíz de la publicación de la encuesta sobre jóvenes marroquíes residentes en Europa, Atalayar conversa con 4 jóvenes que viven entre Marruecos y España

Una juventud entre Marruecos y España

photo_camera AFP/FADEL SENNA - Un joven marroquí mira hacia el puerto de la ciudad española de Melilla

Jóvenes marroquíes nos hablan de cómo llevan su sentimiento de doble identidad y de su relación con Marruecos

Llevar consigo un trozo de Marruecos es uno de los mayores rasgos que definen a la diáspora marroquí residente en la Unión Europea. Una diáspora que, a la vez que en el interior de Marruecos, tiene a la juventud como protagonista, no solo del presente sino también de su futuro. 

La reciente encuesta encargada por el Consejo de La Comunidad Marroquí en el Extranjero (CCME) al instituto de sondeos IPSOS, publicada a mediados del mes de septiembre, volvió a poner el foco mediático sobre los 18-35 años. Un grupo conocido en Marruecos como la “fuerza electoral invisible”. Poco interesados en general por los procesos democráticos marroquíes, presos en un sentimiento de doble identidad, que algunos afrontan mejor que otros, y también optimistas y con esperanzas de tener un futuro en Europa con las oportunidades que en Marruecos creen no tener al alcance. 

Los jóvenes marroquíes caminando en una calle de la capital Rabat el 12 de septiembre de 2018

Si la propia juventud de Marruecos es un desafío para el actual Gobierno de Aziz Akhannouch, tal y como se plantea a menudo en el país Magrebí, pocas veces se ve desde la misma óptica en España. “Una vez que acabas tus estudios en España siendo extranjero no comunitario, es como si para las instituciones se acabase el camino”, resume Sohaib N., un joven tangerino residente en Madrid, de 28 años y que vino hace ya 10 para estudiar Periodismo en Madrid. “Venir a divertir o por un tiempo es fácil. Pero para trabajar ya no tanto. No se facilita nada desde la administración”, añade el joven que intenta mantener su situación en España de forma regular, sin tener la menor intención por ahora de pedir la nacionalidad española. 

“No me lo he planteado nunca pedir la nacionalidad, no es algo tan importante para mí. Con tener la residencia me vale”, explica también Sohaib, para quien su identidad no se ve definida por un documento o un papel. Tal y como asegura, su educación le ha convertido en alguien con una identidad ambigua. Una infancia en Tánger, inmerso de lleno en la cultura española a través de la televisión, internet, el colegio, no le hizo sentirse como un extranjero cuando llegó a España. Y cuando vuelve a Marruecos, se siente tan marroquí como el resto. “Me siento en medio de las dos identidades”, asegura el joven periodista, un sentimiento que compartiría con un 70% de los encuestados en España por el estudio del CCME. Un sentimiento que crece hasta el 80% en Francia y el 84% en los Países Bajos. 

encuesta jovenes marroquíes en europa

Es el caso también de Meriem F., proveniente de Agadir, y que se mudó a España hace 8 años por amor y que asegura que cada vez se siente más extranjera en Marruecos. Ya no es solo una cuestión de como cree que la perciben los demás, pero casi de comodidad en el propio país. “A veces hasta me cabrea”, explica Meriem, para quien los servicios de la administración son un claro ejemplo de lo que más le incomoda en Marruecos. Hace parte de ese 71% de la comunidad que se siente extranjero de vuelta a Marruecos tras una etapa larga en España. Meriem desea pedir la nacionalidad española dentro de 2 años. Con la nacionalidad, desea poder participar en los procesos electorales españoles, por los que muestra un gran interés, acorde al 51% de los encuestados por el CCME. “Los marroquíes en España somos un colectivo. Pagamos nuestros impuestos, cotizamos. Claro que me gustaría poder votar”, asegura Meriem, que también se siente más que integrada en Logroño, donde reside. “Hay muchos casos de discriminación que no ayudan nada a que los marroquíes se integren. Entiendo que haya gente que no pueda, pero en mi caso los he superado. Ya no me siento extranjera aquí”, añade la joven empresaria, que trabaja por hacer prosperar una pequeña marca de productos cosméticos artesanales y naturales en colaboración con su madre desde Agadir. 

Hanan El. y Riyan H son los dos entrevistados más jóvenes y sí tienen ambos la nacionalidad española. Ambos estudian y en el caso de Hanan, también trabaja. Para Hanan, que tuvo que pedirlo, lo esencial es la libertad que da. “No solo para viajar, es que es para todo”, explica la joven especializada en diseño de moda. “Para trabajar y para estudiar todo se hace mucho más fácil si es con la nacionalidad”. Hanan define que más que tener una “doble identidad” siente que no ni de un lado de ni otro. “La mayoría de los marroquíes que conozco han nacido aquí en España, pero no se sienten españoles. Pero de Marruecos tampoco”.

Escuela informal dirigida por la diseñadora de moda marroquí Fadila El Gadi, en Sale, cerca de Rabat

Algo en lo que coinciden estos 4 jóvenes de origen marroquí es uno de los datos más destacados del informe del CCME acerca del interés mostrado por la diáspora en los procesos electorales marroquís. Si todos aseguran informarse regularmente de lo que ocurre en Marruecos, asuman también no tener ningún interés en querer votar en Marruecos o en informarse más a fondo sobre su política. De acuerdo con el estudio del CCME, únicamente el 9% de los encuestados en España indicó su deseo de participar en elecciones marroquís, y pese a lo bajo que es ese 9%, es el segundo dato más alto de los 6 países de la encuesta. 

La brecha entre la política y los jóvenes cruza fronteras. En Marruecos, la baja participación de los 18-29 en los comicios es uno de los titulares que cubren las portadas digitales a cada ocasión. Alrededor del 30% de la población marroquí se sitúa en el grupo de los 18-29 y otro 27% más tiene menos de 14 años. La participación de los 18-24 en las elecciones de septiembre de 2021 fue únicamente de un pobre 3%. Aumentó hasta el 19% para los 25-34, de acuerdo con los números que dispone la prensa marroquí. 

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Si ni los residentes en Marruecos, ni los residentes en España se interesan por estos procesos, es principalmente debido a la falta de accesibilidad en los mismos. “Nunca en mi vida he votado”, confiesa Sohaib. “Creo que tanto yo como los demás jóvenes no nos sentimos involucrados”, añade el periodista tangerino. En su opinión los partidos políticos no hacen ningún esfuerzo por presentar sus programas electorales. “Yo creo que no sirve de mucho. Es mi convicción. Siempre lo he visto como un sistema arcaico”, concluye Sohaib. 

Riyan, con 20 años, estudiante de un grado medio de administración tiene una sensación muy similar a la de Sohaib. “No es algo que me parezca accesible. Por eso no me intereso por las elecciones en Marruecos ni por la política en general. Me gustaría aún así que hubiese muchos cambios, en especial para los jóvenes”, comenta el joven estudiante. 

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Al bajo interés por la política y los procesos electorales se sumó también un claro suspenso para el Gobierno por parte de este grupo de edad. En la medición del grado de satisfacción con las reformas emprendidas por el Gobierno marroquí, el Ejecutivo de Akhannouch obtuvo únicamente un 18% de aprobación en España, el más bajo junto a Alemania (12%) y muy alejado del 57% de Bélgica. 

“Los jóvenes no esperan nada del Gobierno. Solo quieren poder trabajar una vez terminan sus estudios”, asegura Meriem. Coincide con ella Sohaib, que al menos con un poco de optimismo cree que los jóvenes desean que prospere el país tanto como sea posible.  También es la idea que tiene Riyan, que al menos se queda con una idea positiva de Marruecos por lo que significa para él y su familia. “La cultura, nuestras raíces. Claro que nos gusta Marruecos”, dice Riyan, que cree que los jóvenes solo tienen un problema con las instituciones y con la situación económica, que en comparación con la europea ofrece menos oportunidades. 

Sobre el futuro, el más joven de estos entrevistados es muy optimista e incluso la se le nota en la voz esas hebras de esperanza. “Estoy seguro de que pronto en España pasará algo parecido a lo que ocurre en Francia o Bélgica”, dice Riyan. “Creo de verdad que en los próximos años veremos a ministros o altos cargos en España que lleven un nombre marroquí”. 

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