El desgobierno se acentúa en el país, que ya estaba sin primer ministro y ahora, sin mandatario

El caos se apodera de Irak con la dimisión del presidente

photo_camera AFP/AHMAD AL-RUBAYE - Manifestantes iraquíes se reúnen en la plaza Tahrir durante las continuas manifestaciones contra el gobierno en la capital, Bagdad, el 31 de octubre de 2019

El presidente iraquí, Barham Saleh, ha presentado este jueves su dimisión ante el Parlamento del país. Las protestas, que estallaron el pasado 1 de octubre y que hasta el momento han dejado un balance de cerca de medio millar de muertos y alrededor de 20.000 heridos, no han sido el motivo principal.

El mandatario se ha visto obligado a renunciar a su cargo al negarse a nominar como primer ministro al candidato del bloque pro-iraní -denominado Binaa y conformado por la Alianza Fatah, de Hadi al-Amrir, y la Coalición del Estado de Derecho del ex primer ministro Nouri al-Maliki-, Asaad al-Eidani, quien actualmente desempeña el cargo de gobernador de Basora, ubicada al sureste de la capital, Bagdad. 

El presidente iraquí, Barham Saleh

En un comunicado publicado por la Oficina de la Presidencia, Saleh explica que, debido a que la Constitución no le otorga el derecho de rechazar a los nominados para el cargo de primer ministro, “estaba listo para presentar su renuncia al Parlamento”.

El motivo que alega el mandatario es que la propuesta del candidato de Binaa ha sido rápidamente rechazada por el pueblo iraquí, que ha vuelto a copar las arterias de las principales ciudades del país. En ciudades como Bagdad, Nasiriyah o Diwaniyah, los manifestantes han bloqueado carreteras y puentes, han prendido fuego a numerosos edificios y han levantado barricadas. Su rabia se ha dirigido principalmente contra la injerencia iraní, como viene siendo tónica habitual en estos tres meses. En Nasiriyah, el edificio del gobierno provincial ha ardido en llamas durante toda la noche y en Diwaniyah, la sede de una milicia pro-iraní ha amanecido calcinada. 

Un manifestante pasa por delante de un cartel con una imagen desfigurada del gobernador de la provincia sureña de Basora, Asaad al-Eidani, en árabe que dice “rechazado por el pueblo”, en la plaza Tahrir, en Bagdad, Irak, el miércoles 25 de diciembre de 2019

Un caso especial lo representa la ciudad de Basora, donde Al-Eidani es gobernador. La localidad, que se ha convertido en uno de los epicentros de las protestas, alberga uno de los principales yacimientos de petróleo del país, material que supone el 90% de los recursos del Gobierno. Como denuncia un manifestante en el medio local Azzaman, por esta razón, “Basora debería ser una ciudad rica, pero se ha convertido en un vertedero”, debido, entre otros factores, a “la evaporación de más de 450 mil millones de dólares” de este mercado por las redes de “corrupción y clientelismo” que dominan la élite política en Irak y de la que Al-Eidani forma parte.

Cabe destacar, asimismo, que el bloque Binaa, al que pertenece Asaad al-Eidani, está vinculado al conglomerado Hashd al-Shaabi o Fuerzas de Movilización Popular (PMF, por sus siglas en inglés), paraguas bajo el cual se agrupan más de 40 milicias, en su mayoría chiíes, con significativos vínculos con Irán. 

Un manifestante antigubernamental iraquí sostiene una bandera nacional mientras está de pie junto al fuego en un improvisado bloqueo de carretera en la ciudad sureña de Basora a finales del 25 de diciembre de 2019

Este grupo ha sido responsabilizado por fuentes de seguridad iraquíes como el responsable, junto con Hizbulá, de lanzar ataques contra los manifestantes que se congregaban de forma pacífica -muchos de ellos en la Plaza Tahrir de Bagdad-. Una información de Reuters reveló, en este sentido, que las milicias respaldadas por Irán habían colocado francotiradores que abrieron fuego contra las multitudes, causando más de 250 muertos.

“Al-Eidani es parte del sistema político que queremos tumbar y, por lo tanto, nuestras manifestaciones continuarán hasta que obtengamos un primer ministro que cumpla con nuestros criterios”, esto es, “que no sea corrupto y que sea independiente del stablishment político”, asegura el manifestante Ali Khraybit en Al Jazeera.

La decisión de Saleh ha sido aplaudida por el clérigo chií Muqtada al-Sadr, líder de la coalición ‘Sairún’ (‘Marchamos’, en español), que resultó vencedora de las elecciones legislativas al Consejo de Representantes de mayo de 2018. A pesar de que Al-Sadr también mantiene lazos con Irán, ha condenado la acción injerencista de las milicias procedentes o vinculadas a este país en el territorio iraquí. “En el caso de Muqtada, la ambivalencia política se exacerba porque él es, al mismo tiempo, líder del mayor partido en el Parlamento, mientras que sus seguidores juegan un papel central en el movimiento de protesta”, explica el analista Patrick Cockburn, autor también de una biografía del clérigo.

Una vista por encima de la sentada antigubernamental en la plaza Tahrir de la capital iraquí, Bagdad, el 24 de diciembre de 2019
El desgobierno se acentúa

Cabe recordar, en este punto, que, el pasado 2 de diciembre, el Parlamento aceptó la renuncia del que fuera primer ministro, Adel Abdul-Mahdi, quien hasta estos momentos ha ocupado su puesto en interinidad. Por ello, la renuncia de Saleh a la Presidencia, incrementa, todavía más, la situación de ingobernabilidad en la que está sumida el país de Oriente Medio.

La figura del presidente en Irak es necesaria para desbloquear este escenario, puesto que es la única que tiene la responsabilidad de nominar a una figura como primer ministro, a raíz de la propuesta del bloque político parlamentario más numeroso. Por lo tanto, sin presidente, no hay jefe del Gobierno, si bien es cierto que estas funciones pueden ser asumidas, en parte, por cargos en interinidad.

Graffiti que representa a los manifestantes envueltos en una bandera nacional en la sentada antigubernamental en la Plaza Tahrir de la capital el 24 de diciembre de 2019

Así, tras la dimisión de Abdul-Mahdi, Irak ha vencido dos fechas límite para nombrar a un nuevo primer ministro sin éxito. El motivo, como explican desde Associated Press, son los desacuerdos que se han producido sobre cuál es el bloque más grande en el Parlamento después de las elecciones del año pasado, pues este es el que tiene el mandato de nominar a una figura para que detente la responsabilidad como jefe del Gobierno. Si bien ‘Sairún’ ganó los comicios, el bloque Binaa de Al Fatah y la Coalición del Estado de Derecho, ha ido ganando presencia en la Cámara. “Los números en los dos grupos han seguido cambiando desde las elecciones, con un número desconocido de legisladores que abandonaron algunos bloques y se unieron a otros”, exponen en la agencia.

“Saleh puso al Parlamento iraquí frente a unas responsabilidades históricas, en un momento de crisis sin primer ministro y sin presidente”, advierten desde el medio local Azzaman.

Una vista de una barrera de hormigón a lo largo de la calle Rasheed en la capital iraquí, Bagdad, con un mural de graffiti que representa un arma ante una flor y un texto en árabe que dice “pacífico”, el 25 de diciembre de 2019

La Cámara también tiene la responsabilidad de votar al nuevo Gabinete de ministros, que necesita la aprobación por mayoría absoluta. Un reto añadido a la gobernabilidad del país, pues el Parlamento ha sido descrito como “un compuesto de múltiples agentes de poder cuyos intereses y objetivos dentro de Irak a menudo están completamente en desacuerdo entre sí”.

El Parlamento sí consiguió aprobar, este martes, una nueva ley electoral, una reivindicación clave de los manifestantes, que permite la elección de legisladores individuales en lugar de elegir entre listas de partidos. Además, la legislación contempla que cada miembro de la Cámara represente un distrito electoral específico, en vez de grupos de legisladores que representan provincias enteras.
 

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