Un comunicado del Gabinete Real reprueba “la instrumentalización de la política exterior del Reino” por parte de una formación islamista en horas bajas

La Casa Real marroquí desautoriza las críticas del PJD sobre Israel: “Es un precedente inaceptable”

AFP/FADEL SENNA - El ex primer ministro marroquí y secretario general del Partido Islamista Justicia y Desarrollo (PJD), Abdelilah Benkirán

El Gabinete Real de Marruecos emitió el siguiente comunicado para desautorizar las críticas vertidas por los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) contra las incursiones de Israel en Cisjordania:

“En primer lugar: la posición de Marruecos respecto a la cuestión palestina es irreversible, y constituye una de las prioridades de la política exterior de Su Majestad el Rey, Amir Al-Mouminine y Presidente del Comité Al-Quds, que la sitúa al mismo nivel que la integridad territorial del Reino. Se trata de una posición de principio constante de Marruecos, que no puede someterse a pujas políticas y estrechas campañas electorales.

Segundo: La política exterior del Reino es una prerrogativa de Su Majestad el Rey, que Dios le asista, en virtud de la Constitución, que el Soberano ejerce de acuerdo con las constantes nacionales y los intereses supremos del país, entre los cuales figura en primer lugar la cuestión de la integridad territorial.

Tercero: Las relaciones internacionales del Reino no pueden ser chantajeadas por nadie y por ningún motivo, especialmente en este complejo contexto mundial. La instrumentalización de la política exterior del Reino para una agenda partidista interna constituye, por tanto, un precedente peligroso e inaceptable.

Cuarto: La reanudación de las relaciones entre Marruecos e Israel se produjo en unas circunstancias y en un contexto que todo el mundo conoce. Está enmarcado por el comunicado del Gabinete Real del 10 de diciembre de 2020 y el publicado el mismo día tras la comunicación telefónica entre Su Majestad el Rey y el Presidente palestino, así como por la Declaración Tripartita del 22 de diciembre de 2020, firmada ante el Soberano. Las fuerzas vivas de la nación, los partidos políticos, así como ciertas personalidades y asociaciones que trabajan en la cuestión palestina, fueron informados de esta decisión, por la que expresaron su apoyo y compromiso”.


Una noticia publicada en la página web del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) ha provocado el enésimo choque entre la Casa Real y la formación islamista que dirige Abdelilah Benkirán. “Tres mártires mueren en Nablus en medio de los llamamientos de las facciones de la resistencia para intensificar la confrontación con la ocupación”, tituló el medio de comunicación del PJD, que funciona como una herramienta ideológica y propagandística al servicio del partido en la que se vierten comunicados, notas de prensa y noticias relacionadas con los temas de interés de la formación. 

El brazo mediático del PJD difundió en la tarde del domingo una nota que se hacía eco de lo ocurrido en la ciudad de Nablus, al norte de Cisjordania, donde una nueva incursión de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) se cobró la vida de tres militantes palestinos. El artículo recoge los testimonios de las distintas facciones palestinas, desde Hamás hasta la Yihad Islámica, que cargan con dureza contra el “Ejército de ocupación israelí”. El artículo también refleja la posición de la formación islamista, abiertamente contraria al Estado de Israel. 

Nablus

El Gabinete Real salió al corte horas después y emitió un comunicado para censurar la postura de la formación islamista. “La secretaría general del Partido Justicia y Desarrollo (PJD) ha publicado recientemente una declaración que contiene excesos irresponsables y aproximaciones peligrosas en lo que concierne a las relaciones entre el Reino de Marruecos y el Estado de Israel, en relación con los últimos acontecimientos en los territorios palestinos ocupados”, recoge la nota, que describe como “irreversible” la posición de Marruecos sobre la cuestión palestina a pesar de la normalización de sus relaciones con Israel. 

“Se trata de una posición de principio constante de Marruecos, que no puede someterse a pujas políticas y estrechas campañas electorales”, añade el Gabinete Real en el comunicado. “Las relaciones internacionales del Reino no pueden ser objeto de chantaje por parte de nadie y por ninguna contraprestación, especialmente en este complejo contexto global. La instrumentalización de la política exterior del Reino en una agenda partidista interna constituye, por tanto, un precedente peligroso e inaceptable”. 

Marruecos normalizó sus relaciones con Israel en diciembre de 2020. Lo hizo en el marco de los Acuerdos de Abraham, de la mano de otros países árabes como Emiratos, Bahréin y Sudán. En el caso de Rabat, la decisión se tomó como moneda de cambio para desbloquear el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental por parte de Estados Unidos. En ese momento, el PJD era la primera fuerza política del país y su secretario general, Saadeddine Othmani, ocupaba la jefatura del Gobierno. 

Jared Kushner
Rearme ideológico 

Othmani no opuso resistencia a un acuerdo avalado por Palacio, concretamente por el rey Mohamed VI, dueño de la política exterior por sus prerrogativas constitucionales. Benkirán, que fue primer ministro entre 2011 y 2016, negó cualquier responsabilidad del PJD en el acuerdo. “Hemos apoyado al rey Mohamed VI en la causa nacional. Defendemos nuestra patria como defendemos a los palestinos. No debemos culpar a Saadeddine Othmani por firmar la declaración tripartita”, dijo en su cuenta de Facebook acerca de lo que describió como un sacrificio para “resolver” la cuestión del Sáhara. Pero el daño a sus bases ya estaba hecho. 

La normalización de las relaciones con Israel descosió al partido islamista, fundado en el principio de la defensa de la causa palestina. A esto se sumó el desgaste después de haber encabezado todos los Gobiernos de coalición desde la reforma constitucional de 2011. “Si hay algo que tienen en común todos los movimientos políticos que acaban llegando al poder, sobre todo cuando están estructurados por una ideología fuerte, es el fantasma del desencanto”, condensó el politólogo francés Haoues Seniguer en Saphir News. Estos motivos le condujeron irreversiblemente hacia el batacazo electoral de septiembre de 2021. 

La formación islamista perdió la friolera de 113 escaños en aquella votación. Pasó de ocupar 125 asientos del total de 395 a tan solo 12, lo que propició una fuga masiva de cuadros y militantes. Desde entonces, el PJD busca recuperar su identidad. Y así lo demostró, en parte, la vuelta de Abdelilah Benkirán a la secretaría general tras la dimisión de Othmani. El histórico líder islamista quiere capitalizar el descontento contra el Gobierno de Aziz Akhannuch y resucitar a una formación en horas bajas. Para cumplir este objetivo es necesario rearmar en términos ideológicos a un partido moldeado tras su paso por las instituciones. 

Mohamed VI

Benkirán y los suyos quieren hacer bandera de la causa palestina. Por eso criticaron la semana pasada al jefe de la diplomacia marroquí, Nasser Bourita, por haber “defendido” a la “entidad sionista” en sus conversaciones con diplomáticos africanos y europeos. En concreto, el ex primer ministro le reprochó haber defendido a Israel durante una reunión con el comisario europeo de Vecindad y Ampliación, Oliver Varhelyi. En el encuentro, el ministro de Exteriores había discutido sobre la cooperación regional tripartita y de “las oportunidades que ofrece para el desarrollo entre Marruecos, la Comisión Europea e Israel”.

Benkirán, cofundador del Movimiento de Unidad y Reforma, una asociación religiosa afiliada al PJD que opera como el brazo ideológico del partido, se mostró tajante: “Mientras la ocupación israelí continúa su agresión criminal contra nuestros hermanos palestinos, especialmente en Nablus, el ministro marroquí de Asuntos Exteriores aparece como defensor de Israel”. 

Sadeddine Othmani

“Desde su entrada en la Cámara de Representantes en 1997, el PJD se ha visto afectado por dos tendencias o lógicas contradictorias que lo separan permanentemente. Por un lado, una lógica de afirmación identitaria, es decir, la preocupación por mantener, a toda costa, la integridad de la ideología matriz, que alimenta en cierto modo las cosmovisiones sociales —lo que los ejecutivos y militantes del partido llaman “el referencial islámico”—, y por otro, una lógica de competición electoral, de participación parlamentaria y gubernamental, que exige, en virtud de las especificidades de un campo de poder bicéfalo, compromisos, que pueden dar lugar a profundos tiras y aflojas, no tanto políticos como ideológicos”, explica Seniguer. “Son fuentes de vivos debates, pero también de divisiones internas que pueden desembocar en posiciones irreconciliables”. 

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