El planteamiento marroquí prevé una inversión millonaria encaminada a preservar un recurso tan importante como es el agua

Marruecos articula un importante plan para atajar el problema de la sequía

photo_camera PHOTO/AFP - Presa de Al-Massira en el pueblo de Ouled Essi Masseoud, su embalse abastece de agua potable a varias ciudades, incluidos los tres millones de personas que viven en Casablanca

Marruecos está sufriendo la peor sequía de los últimos 30 años. El nivel de los embalses marroquíes se sitúa en un 24% y el agua escasea. Es hora de plantear medidas urgentes y eficientes para atajar este problema y evitar que haya desabastecimiento del líquido elemento vital para el día a día de los ciudadanos y para el desarrollo de la actividad agrícola, de gran importancia en la economía del país norteafricano. 

El reino marroquí ha dispuesto un plan millonario para luchar contra la sequía que azota a la nación y que se espera que siga golpeando duramente porque se acercan los meses de verano y se esperan pocas precipitaciones, además de altas temperaturas, que agravarán la situación seguramente. Justo en un momento también en el que el cambio climático está calentando sobremanera el planeta y pone en jaque a muchos países que ya de por sí tienen problemas con el abastecimiento de agua, sobre todo en África. La Organización de Naciones Unidas (ONU) ya ha alertado que uno de cada cuatro habitantes del planeta no tiene acceso a agua, lo que constituye un serio contratiempo mundial. 

Marruecos quiere paliar esto con la mejora de infraestructuras para almacenar agua y ha puesto en marcha un millonario plan contra la sequía. El país del norte de África ha lanzado un plan de urgencia para garantizar el aprovisionamiento de agua potable en las cuencas de los ríos Moulouya, el Oum Er Rbia y el Tensif mediante la construcción de 124 presas, como informó el medio El Debate. Hay establecido un Plan Nacional de Agua proyectado para 30 años, entre 2020 y 2050, con previsión para poder mejorar las infraestructuras hidrológicas nacionales. El plan contempla una inversión de 3.000 millones de euros, 117 de los cuales están destinados a la construcción de nuevas presas. En el proyecto se incluyen acciones para gestionar mejor el agua, explotar capas freáticas (acumulaciones de agua subterránea que se encuentran a una profundidad relativamente pequeña bajo el nivel del suelo) o construir plantas desalinizadoras como las proyectadas en Casablanca y en Nador. 

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Casablanca contempla un importante proyecto de planta desalinizadora, una estructura con una capacidad prevista de 548.000 m3 diarios y con posibilidad de transformar más de 822.000 m3 de agua salada en agua potable diariamente. La Oficina Nacional de Electricidad y Agua Potable de Marruecos (ONEE) estipuló el año pasado un contrato de unos 800 millones de euros para ejecutar su construcción y su puesta en marcha este mismo año. 

Otra acción es la de evitar desperdiciar agua y propiciar su posterior reutilización. En este caso, las autoridades marroquíes anunciaron para Casablanca también el plan de construcción de varias nuevas plantas de tratamiento de aguas residuales de cara a reutilizar el agua tratada para riego de espacios verdes. El proyecto está incluido en el Plan de Acción Municipal (PAC) para el período 2023-2028 y se espera que contribuya a mejorar la calidad del agua en la ciudad. Esta iniciativa también contribuirá a reducir el impacto ambiental y la contaminación de los recursos hídricos de la zona. 

Ante la escasez de agua hay que buscar el equilibrio también sobre el uso del recurso hídrico para el día a día personal de los ciudadanos y para la agricultura, actividad económica de vital importancia para Marruecos. El Consejo Nacional de Derechos Humanos de Marruecos ya advirtió de esta dicotomía entre la prioridad de proveer agua potable, por un lado, y el fomento de las actividades agrícolas, por otro, cuestión que puede afectar al sector rural y provocar incluso el éxodo de personas del ámbito rural todo ello debido a los contratiempos relativos a la existencia de problemas a nivel de gestión de los recursos hídricos. 

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El impacto de la sequía en las familias marroquíes es muy relevante porque muchos ciudadanos en el país norteafricano dependen de la agricultura. De hecho, el sector agrícola representa el 15% del Producto Interior Bruto de Marruecos y emplea entre el 40 y el 43% de la mano de obra total.

Ante esto, hay previsión para una inversión millonaria de 115.000 millones de euros en el campo, según datos ofrecidos por la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Rabat, para el Programa Nacional para el Aprovisionamiento de Agua Potable e Irrigación 2020-2027, como informó El Debate. El plan de Marruecos cuenta con la ayuda del Banco Mundial que presta 180 millones de euros para una “gestión del agua resiliente y sostenible” así como un Plan Generation Green para aplicar una agricultura resiliente y ecoeficiente, con mejor eficacia hidráulica, conservar suelos, reutilizar el agua usada y acompañar a los agricultores hacia las energías renovables, como informó este medio.

En esta línea, el ministro marroquí de Equipamiento y Agua, Nizar Baraka, señaló que el reino marroquí impulsó varias medidas para combatir la sequía, como la construcción de más plantas desalinizadoras de agua del mar o el impulso del tratamiento de aguas residuales.

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En una conferencia organizada por la agencia oficial de noticias de Marruecos MAP en Rabat, Baraka destacó “el carácter complejo” de la problemática del agua y la caída de los recursos hídricos tras muchos años de sequía. Baraka recordó que, debido al cambio climático, Marruecos está enfrentando largos períodos de sequía y más inundaciones que en el pasado, pero apuntó una mejora desde septiembre pasado de los recursos de los embalses, como informó la agencia EFE. El ministro marroquí explicó que la estrategia del Gobierno es reforzar los recursos “convencionales” del agua con la construcción y restauración de los embalses, y el almacenamiento de aguas de lluvias, entre otros, e impulsar recursos “no convencionales” de agua con las plantas de desalinización y el tratamiento de aguas residuales.

La situación no es fácil y este escenario provoca la urgencia de actuación por parte de las autoridades marroquíes para conservar todo lo posible un bien tan preciado como el agua. 

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El vecino español, en el lado opuesto

España también sufre problema de precipitaciones y de reservas de agua embalsada, que, aunque están a un mejor nivel que las marroquíes, superando el 50%, también son relativamente bajas ante la llegada de la temporada estival, con temperaturas más altas y un clima más cálido. 

A pesar de este problema, España ha tendido más hacia una política de destruir embalses quizás por una corriente ideológica demasiado ecologista implantada en el actual Gobierno español. En 2021, España fue el país que más barreras fluviales derribó en Europa, hasta 108 infraestructuras de este tipo desaparecieron, casi la mitad de las 239 desmanteladas en todo el continente europeo. 

Un excesivo ecologismo puede llevar a una eliminación de embalses que podría ser demasiado negativa para España, que sufre también periodos de sequía importantes ante el calentamiento del planeta, un problema global que se trata de combatir mundialmente de manera urgente. 

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