La crisis que atraviesa el Ejecutivo argelino ha intensificado su retórica hacia Marruecos y ha amenazado con la opción militar tras una polémica publicación de Maroc Hebdo

Marruecos: inquietud ante una potencial amenaza militar argelina

photo_camera PHOTO/Russian Foreign Ministry via REUTERS - El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune

La situación en la que se encuentra el régimen de Argel es crítica porque cada vez más gente desconfía en la clase política. El nerviosismo y la inquietud de los mandatarios argelinos llega en un momento en que los observadores no se sorprenden de que esta retórica hostil sea una preparación psicológica para una aventura militar argelina, aunque limitada, contra el reino alauí para romper el estado de aislamiento que está experimentando, especialmente con la continua presión occidental sobre el régimen argelino para empujarlo a retirarse del lado de Rusia; en una posición que no se sabe si pretende encubrir los problemas internos y externos que asedian a Argelia y desviar la atención de los argelinos del poder fabricando un tema secundario. 

Argelia intensificó su retórica hacia lo que describió como las “ambiciones expansionistas” de Marruecos, tras la publicación de un mapa geográfico en la revista Maroc Hebdo, que cortó parte del territorio argelino en el marco de lo que se conoce como “Sáhara Oriental”, y agitó la disposición del Ejército para enfrentar cualquier plan dirigido a la soberanía territorial. El presidente de la Asamblea Nacional del Pueblo, Brahim Boughali, expresó la disposición del Ejército argelino para disuadir cualquier ambición expansionista de Marruecos en territorio argelino. En el artículo fue subrayado que el contenido publicado en los medios carece de la profesionalidad y fue añadido que la representación de “tierras argelinas, empapadas con la sangre de los mártires, como parte del reino marroquí que fijó fronteras artificiales” es un producto de las “diversas provocaciones de Argel al reino de Marruecos”.

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El régimen no recurre a canales diplomáticos para solventar diferencias, sino que estas se intensifican directamente, como el caso de suspender unilateralmente el acuerdo de amistad con España, cercar el acuerdo de gas con Francia y priorizar los bretes pasados sobre los beneficios comunes. Desde el anuncio de la ruptura de relaciones por parte argelina, Argel y Rabat han estado viviendo del impacto de una guerra mediática y electrónica, y encontraron en la polémica de los “mapas” una plataforma de apoyo para profundizar la crisis entre los dos países y empujarla a un deslizamiento con consecuencias no calculadas, mientras que la voz de las élites políticas, civiles y académicas que piden limitar la disputa a las instituciones oficiales y mantener a los dos pueblos alejados de ella se ha desvanecido, debido al predominio del discurso de confrontación, que tanto beneficia al Ejecutivo argelino. 

Desde la Administración central se han lanzado varias cortinas de humo como herramienta de comunicación para desviar la atención de los problemas económicos del país. Los observadores no descartan que el régimen, que vive a raíz de conflictos internos bajo el control de la institución militar, recurra a una aventura militar para saltar sobre esos conflictos y posponerlos. Sin embargo, sugieren que cualquier aventura hacia Marruecos será una desventaja para el régimen argelino, especialmente a la luz de los acontecimientos en la región y la expansión de las relaciones de Rabat y las asociaciones militares y de seguridad con potencias como Estados Unidos e Israel. 

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Desde que acusó a Marruecos en el verano de 2021 de estar detrás de los fuegos que estallaron en su momento en Argelia, la autoridad argelina no ha dejado de culpabilizar a Marruecos, especialmente después de la normalización entre Rabat y Tel Aviv, y la entrada de las dos partes en amplios acuerdos de cooperación, especialmente en los ámbitos militar y de seguridad. A pesar del aumento de los ingresos del gas y el petróleo, la Administración central no ha logrado ganarse la confianza de la calle argelina y está presionando en todos los sentidos para silenciar a los críticos en los medios públicos y en las redes sociales. Este fracaso podría llevar a un retorno del movimiento popular a las protestas callejeras.

Los observadores atestiguan que la publicación de un mapa que corta parte del territorio de cualquier país puede responderse con argumentos legales, una campaña mediática explicativa o una declaración, pero no es conveniente agitar la opción militar directamente para enfrentar. El mapa muestra que el régimen argelino es débil, y que encontró en él, una oportunidad para escalar y encubrir otros hechos más importantes, hecho que no es la primera vez que se lleva a cabo por parte del régimen de Abdelmadjid Tebboune. Los ciudadanos se sienten traicionados por su presidente además de percibir que el régimen los ha agotado e internado dentro de conflictos; a lo que hay que añadir que Argelia tiene relaciones cada vez más tensas con países como Francia, España o Túnez. 

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El presidente Abdelmadjid Tebboune dijo en una entrevista con la prensa local a finales del año pasado que “la ruptura con Marruecos era una alternativa a la guerra entre los dos países”, lo que contradice la escalada registrada esta semana en Argelia contra Marruecos. La más destacable es responsabilizar implícitamente a los Gobiernos del difunto presidente Abdelaziz Bouteflika por los datos erróneos, ya que se asignaron enormes presupuestos en las últimas dos décadas para apoyar al sector agrícola. Teniendo en cuenta que Argelia el año pasado tuvo uno de los peores índices de democráticos del mundo, es difícil de creer los pretextos referenciados por Tebboune en las reuniones ordinarias. Marruecos ya había protestado enérgicamente durante la Cumbre Árabe en Argel a principios de noviembre, cuando un canal argelino cercano a la autoridad actuó en el mapa aprobado por la Liga Árabe, creando espacio para la región del Sáhara desafiando a Marruecos, que ve las provincias del sur como parte de su territorio. 

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