Francia busca el equilibrio en sus relaciones con Marruecos y Argelia
Las relaciones de Francia con Rabat y Argel no atraviesan su mejor momento. Emmanuel Macron busca un punto intermedio que permita a su país mantener los vínculos con las que fueran colonias galas, pero las constantes polémicas de París, sobre todo con su aliado marroquí, dificultan la labor diplomática. Actualmente, la capital francesa no cuenta con embajador marroquí ni argelino, el primero tras ser retirado por Mohamed VI – aún no existe reemplazo para este y no parece que lo vaya a haber en el corto plazo –, y el segundo desde que Argelia llamase a consultas a su embajador por el caso Amira Bouraoui.
Marruecos, uno de los socios más fuertes de Francia, no quedó satisfecho con la visita de la ministra francesa de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna, que pretendía poner fin a la crisis de los visados entre ambos países. A pesar de que Colonna aseguró que las relaciones son “excepcionales” y que la Embajada francesa en Rabat emitió un comunicado diciendo que se había “vuelto a la normalidad”, la realidad es muy diferente. La reducción de la concesión de visados por parte de Francia llevada a cabo en 2021 “no ha cambiado” y “los resultados fueron decepcionantes”, aseguran desde organizaciones y asociaciones alauíes.
Y esta no es la única cuestión que está provocando el distanciamiento entre marroquíes y franceses. La decisión de retirar el embajador de Marruecos en Francia estuvo provocada por votación del Parlamento Europeo acusando al Reino de deteriorar la libertad de prensa. Desde Rabat ven en París el responsable de orquestar esta campaña “antimarroquí”. No obstante, Francia sigue haciendo oídos sordos e insisten en que entre Marruecos y su administración existe una “asociación extraordinaria”.
Dentro de las fronteras marroquíes la visión no es la misma. A las continuas desavenencias que surgen entre Francia y Marruecos, se suma una que históricamente ha marcado las relaciones del Reino con sus socios, como es el reconocimiento de la autoridad marroquí sobre el Sáhara. Pierre Vermeren, historiador y profesor de historia contemporánea en la Universidad de París Panthéon-Sorbonne, cree que “la principal cuestión con respecto a Rabat es que Francia reconozca la soberanía marroquí sobre el Sáhara, como han reconocido Estados Unidos y España”.
En un momento en el que países con gran peso en la Unión Europea como España y Alemania dan un paso al frente en la cuestión del Sáhara, Francia no mueve ficha y tienta agotar la paciencia de Rabat. París no ha dado muestras de seguir los pasos de españoles y alemanes, lo que ha decepcionado a su histórico aliado marroquí. No es sencillo el funambulismo que está ejerciendo Macron en aras de mantener el equilibrio entre Marruecos y Argelia, aunque lo más probable es que, llegado el momento, Francia priorice a su socio marroquí.
Macron pretendía – y desde la visión gala no ha cambiado – viajar a Marruecos para acercar posturas con un país que, por el momento, no ve tan clara esta reunión. En el Elíseo tienen claro que debilitar sus relaciones con el reino alauí sería un duro golpe para la posición estratégica de Francia en el Magreb. Sobre todo, teniendo en cuenta que sus lazos con el rival regional de Marruecos están lejos de atravesar una buena etapa.
Argelia acusó a Francia, a través de un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores, de cometer una “violación de la soberanía nacional” al intervenir para que Amira Bouraoui, opositora del Gobierno de Abdelmajdid Tebboune, no fuese extraditada a Argelia y llegase a territorio francés gracias a la embajada francesa en Túnez. Desde Argel califican la intervención del país presidido por Emmanuel Macron de “operación clandestina e ilegal de exfiltración de una nacional argelina cuya presencia en el país es necesaria por decisión de la Justicia”. En ese mismo comunicado, Argel destacaba este acto como “inadmisible” y que causa “un gran daño a las relaciones argelino-francesas”.
